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Editor: Neville Blanc

Thursday, March 26, 2009

TAILS OF MANHATTAN


PIONERO. Allen es la primera celebridad del mundo de la cultura estadounidense que dispara creativamente contra Madoff, el mayor estafador de la historia.
Así escribe
"Los caminos del Señor son inescrutables", explicó Moe Silverman. "Mira a Phil Pinchuck. El tipo cayó en redondo debido a un aneurisma, y ahora es un hámster. Se pasa el día corriendo en la estúpida rueda. Durante años fue profesor en Yale. Lo que quería decir es que ha acabado tomándole gusto a la rueda. Pedalea y pedalea, corriendo hacia ningún lugar, pero él sonríe. (...) Cuando supe que estaba arruinado, me suicidé saltando del tejado de nuestro club de golf de Palm Beach (que frecuentaban muchos de los estafados). Tuve que esperar media hora para saltar. Era el número doce en la fila".
EN THE NEW YORKER
Woody Allen vs. Bernard Madoff

El cineasta neoyorquino se venga en un relato cómico del tristemente famoso estafador de Wall Street. El relato, protagonizado por dos langostas, tiene ecos kafkianos y retrata el mundo judío de Allen.
Por: Marc Bassets - Nueva York

Que Bernard Madoff, el responsable de la mayor estafa de la historia, se convirtiese en un personaje de ficción era cuestión de tiempo. El financiero Madoff hurtó casi 65.000 millones de dólares a miles de clientes de todo el mundo con un fraude piramidal. En diciembre fue puesto bajo arresto domiciliario. El 12 de marzo se declaró culpable e ingresó en prisión. La sorpresa es que el primer creador de calibre en atreverse con la figura de Madoff haya sido Woody Allen, conocido sobre todo por su trabajo como cineasta, pero también un excelente escritor humorístico.


En el último número de la revista The New Yorker,su hogar literario desde los años sesenta, Allen publica un cuento donde dos estafados por el financiero se vengan de él de la forma más inesperada.
"Hace dos semanas, Abe Moscowitz murió de un ataque al corazón y se reencarnó en langosta", empieza este relato kafkiano, cuyo título, Tails of Manhattan, es un juego de palabras. Tail,en inglés, significa cola, pero suena como tale, cuento. El tal Moscowitz acaba en la pecera de una marisquería del Upper East Side de Manhattan, y allí se encuentra con Moe Silverman, un viejo conocido. Ambos fueron estafados por Bernie Madoff y murieron como consecuencia de la estafa. Ambos se reencarnaron en langosta. "Al principio me decía que no tenía espacio para un nuevo inversor. Pero cuanto más me rechazaba, más quería yo entrar", dice Silverman, que se suicidó al descubrirse víctima del fraude. "El día que supe que él podía gestionar mis cuentas me emocioné tanto que recorté la cabeza de mi esposa de la foto de nuestra boda y puse la suya en su lugar". El caso es que un día Madoff burla el arresto domiciliario y aparece en el restaurante donde las langostas se pasan las horas filosofando. Es más, pide langosta y las elige a ellas. "¡Me timó hasta que me quedé sin los ahorros de toda una vida y ahora se me tragará con salsa de mantequilla! ¿Qué clase de universo es este?", llora Moscowitz. El desenlace es rocambolesco y puede servir para resarcir, aunque sea en la ficción, a las víctimas de Madoff, un prohombre de la comunidad judía que durante años engañó a casi todo el mundo - incluidas víctimas del holocausto-sin que su imagen se resquebrajase. Quizá no sea tan sorprendente que Woody Allen haya sido uno de los primeros en atreverse con Madoff, que se movía por los escenarios de sus películas y vivía en su barrio. Incluso recuerda a algún personaje suyo como el oftalmólogo de Delitos y faltas,que contrata a unos matones para asesinar a su amante y sigue con su vida de ciudadano honorable. Lleno de palabras yiddish como mensch y heimlich, Tails of Manhattan regresa al microcosmos de las mejores películas de Woody Allen: el Nueva York judío, el Upper East y el Upper West Side. Y recuerda, aunque sea con un divertimento, por qué está considerado una gran voz de la ficción judía neoyorquina, en la estirpe de Isaac Bashevis Singer.


© La Vanguardia y Clarín

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